Natación, esnórquel, submarinismo u otras actividades que impliquen una inmersión prolongada en el agua.
Duchas, baños termales, saunas (salas de vapor) y otras actividades que se lleven a cabo en entornos de alta temperatura y humedad.
Buceo, esquí acuático, surf, deportes acuáticos motorizados (como lanchas de motor, motos acuáticas, etc.), lavado de coches, rafting y otras actividades que impliquen contacto con corrientes de agua a gran velocidad.
Otros comportamientos y escenarios de uso inadecuado en los que el dispositivo quede sumergido en agua a más de 1,5 metros de profundidad o durante más de 30 minutos.